“...El Arte de nuestros enemigos es desmoralizar, entristecer a los pueblos. Los pueblos deprimidos no vencen. Por eso venimos a combatir por el país alegremente. Nada grande se puede hacer con la tristeza..." - Arturo Jauretche
martes, 7 de julio de 2009
Por qué los países centroamericanos comparten los colores de la bandera argentina
Esta nota nos hace comprender mucho mejor por qué debemos sentirnos más cerca de los paises de la Patria Grande que debiéramos haber sido y por la que tantos grandes hombres de la historia lucharon.
Por Fernando Del Corro (*)
Rebanadas de Realidad
Todas las naciones centroamericanas, con excepción de Costa Rica, Panamá y Belice, con pequeños matices según los casos, utilizan la bandera argentina como enseña patria, según puede verificar cualquiera que observe las de Guatemala, Nicaragua, El Salvador u Honduras. Es que esos cuatro países, junto con Costa Rica -que como Cuba y Panamá- que agregó algo de rojo a los viejos colores celeste y blanco (de la familia bearnesa de los borbones) que constituyeron la bandera argentina, fueron los integrantes de la primigenia República Centroamericana del patriota anticolonialista Francisco Morazán.
República que estalló por apetencias lugareñas apoyadas desde el exterior, del mismo modo que de la Gran Colombia surgieron Venezuela, Ecuador, Panamá y la Colombia residual, o de nuestras Provincias Unidas del Río de la Plata salieron Argentina, Paraguay, Bolivia, Uruguay, la mayor parte de Chile y algo de Brasil.
Los colores argentinos en todas esas banderas no fueron adoptados por simple coincidencia ni tomados directamente de la versión original, sino a través del hoy olvidado pequeño estado caribeño de los Estados Unidos de Buenos Aires y Chile, integrado por las islas de Vieja Providencia, San Andrés y Santa Catalina, situadas frente a las costas de Nicaragua.
Fue esta la segunda y más notable aventura del corsario francés Luis Aury, el mismo que creó la República de Amelia frente a las costas de la península de Florida y la gobernó durante seis meses hasta que fue desalojado por las fuerzas de Estados Unidos de América enviadas por el presidente James Monroe, que no quería malquistarse con España.
Hay dos versiones sobre el origen de esta segunda aventura tras la expulsión de Aury de Amelia, de las cuales una, la de que el corsario tuvo apoyo del director supremo Juan Martín de Pueyrredón, es poco creible por varias contradicciones y datos incorrectos, y otra, que tiene mayor asidero y es la que relata Miguel Angel De Marco en “Corsarios argentinos“.
De acuerdo con este historiador Aury tenía una patente de corso falsa, expedida por el clérigo trasandino José Cortés de Madariaga, en nombre de los gobiernos de Chile y de las Provincias Unidas del Río de la Plata , sobre la base de un acuerdo al que arribaron en Kingston, Jamaica, el 3 de junio de 1818, y acerca de cuya carencia de validez ambos estaban al tanto.
Aury, que era rápido para hacer los mandados y ya el primero de julio tomó a los españoles Vieja Providencia mediante un ataque encabezado por el coronel Agustín Codazzi, el primer geógrafo que tuvieron Colombia y Venezuela, y se enarbolaron en la isla, simultáneamente, los pabellones de Chile y las Provincias Unidas, según hizo saber a Pueyrredón el cura Cortés y Madariaga.
A partir de ese hecho, Aury lanzó una convocatoria a “gozar de la libertad civil y religiosa“ a todos aquellos revolucionarios anticolonialistas para operar sobre el virreynato de Nueva Granada (Gran Colombia), pero rápidamente, al instituirse el Estado y establecerse sus símbolos, sólo quedó vigente la actual bandera argentina.
La capital, a la que se cambió el nombre por el de Isabela, fue establecida en Providencia, donde rápidamente se construyeron los edificios públicos, tarea que estuvo a cargo de Constante Ferrari, un viejo compañero de luchas de Codazzi en Venezuela y Colombia a las órdenes del libertador Simón Bolívar, con el que no había terminado Aury en buenas relaciones.
También se encaró la construcción de viviendas populares de madera, llevada desde Estados Unidos de América, para facilitar la radicación de personas que se instalaran en esas tres islas, tanto para trabajar en actividades productivas como para sumarse a los proyectos militares que, en el fondo, apuntaban a la conquista de zonas del Nueva Granada, en particular el actual Panamá.
Los corsarios que poblaron el archipiélago llevaron mulatas de Santo Domingo y Jamaica, de manera que pronto comenzó a conformarse un nuevo tipo de nacimientos por el entrecruzamiento de los blancos de diversos origenes, las mulatas y los aborígenes, mientras Aury, con su viejo amigo, el escocés Gregor Mac Gregor, el mismo que había tomado Amelia, se aprestaba al ataque contra Panamá.
Mac Gregor tomó la ciudad de Panamá pero no pudo mantenerse ante la contraofensiva española, por lo que Aury cambió su estrategia y comenzó a depredar las costas centroamericanas del Virreynato de México, en particular las de Mosquitia, en la actual Nicaragua, zona de los indios mosquitos que se hicieron célebres en la pasada década de 1980.
El 21 de abril de 1820 Aury tomó el puerto de Trujillo pero al no poder ocupar la fortaleza permaneció hasta el día siguiente y posteriormente pasó lo mismo en Omoa, donde también se apoderó de la zona portuaria pero no consiguió lo propio con el castillo de San Fernando, por lo que se retiró para regresar con su hostigamiento en septiembre de ese año.
Para entonces Aury tenía una flota de catorce barcos pero chocaba con el problema de la enemistad que le tenía el almirante Brion, jefe naval de Bolívar, pese a la simpatía que gozaba del vicepresidente de Nueva Granada, Francisco de Paula Santander, que veía en la armada del pequeño Estado antillano una ayuda importante para la etapa final de la expulsión española.
Santander, incluso, intentó conectar a Aury con José de San Martín, para lo cual fue enviado Codazzi, pero en este caso el que impidió los acuerdos fue el almirante Thomas Alexander Cochrane, que no quería tipo alguno de competencia, como que hizo apresar al propio Hipòlyte Bouchard.
Los planes de Aury de ocupar el istmo de Panamá tuvieron entonces un grave contratiempo ya que perdió las esperanzas de conseguir mayores respaldos.
Sin embargo, no cesaba en sus propósitos cuando en agosto de 1821 su caballo rodó mientras marchaba a la carrera por los campos de Vieja Providencia y falleció tras pasar varios días en coma, por lo cual el nuevo Estado duró poco, ya que Bolívar optó por incorporarlo a la Gran Colombia (todavía esas islas, en poder de Colombia, son motivo de disputa con Nicaragua) y a los marinos los tomó a sus órdenes, destacándose entre ellos Luis Perú de Lacroix.
Meses antes, el 8 de diciembre de 1820, Aury ya había estado reunido con revolucionarios guatemaltecos y después firmó una alianza con el cacique Jorge, de los indios mosquitos, lo que ayudó a que el 21 de agosto de 1823, dos años tras su muerte, la Asamblea General Constituyente Centroamericana hiciera que la bandera del nuevo país tuviera dos franjas azules y una tercera blanca en el medio.
(*) Periodista, historiador, docente en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires.
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3 comentarios:
Maricé, el dato que yo manejo habla de Bouchard solamente.
ME gustó MAricé.
Besos
Mario, Nestor Gorojovsky, en la lista Reconquista Popular, de donde saqué esta información, dice al respecto, teniendo en cuenta que para todos sólo existia la versión de Bouchard; .. quizás las dos son ciertas, solo que la oficial es la de Bouchard...
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