martes, 10 de marzo de 2009

Lo que no se dijo de las elecciones en Catamarca




Del Blog de Jorge Giles


Pocas horas antes del viaje previsto a Catamarca, el Presidente del Partido Justicialista, Néstor Kirchner, leyó las últimas encuestas que le habían acercado, pronosticando el resultado de las elecciones provinciales. Eran adversas para el frente provincial, en la que participaban militantes de su movimiento. Quienes lo acompañaban, sabían que no podían esperar de su parte un comentario derrotista. Alguno quizás imaginó la conveniencia de repensar su presencia en el acto de cierre, previsto para ese jueves 5 de marzo.

Nadie acude a una cita, sabiendo anticipadamente que pueden acosarlo los cuchillos de una derrota. Hay que cuidar la imagen, se sabe. Para qué arriesgarse. Los pensamientos iban y venían en el aire cálido de esa mañana. Pero Kirchner continuó con sus tareas habituales, y cuando llegó la hora de partir, no dudó y marchó de inmediato hacia el aeroparque, rumbo a San Fernando del Valle de Catamarca. No era una disputa nacional. Pero la palabra es la palabra, dijo.


En simultáneo, dos conocidos referentes justicialistas de esa provincia, Ramón Saadi y Luis Barrionuevo, pese a decirse parte de ese mismo y circunstancial espacio electoral, cometían un acto que alguien catalogó como una traición brutal, haciendo campaña públicamente, a favor de la derrota de las huestes que nominalmente debían representar. Hay traiciones chiquitas, pero las grandes traiciones son patrimonio de gente versada en esas lides.


Los simpatizantes, los militantes y el ex Presidente de la Nación, se cargaron al hombro la disputa, sin especulaciones y con una voluntad a prueba de deslealtades y mediciones previas.
Esto es lo que resulta imposible de comprender por los sesudos analistas políticos de los medios tradicionales. Para ellos, resulta incomprensible una conducta a contramano de lo “políticamente correcto”. Si todos los políticos son especuladores y oportunistas, ¿por qué estos no lo son? ¿Por qué ponen la cara cuando sabían que les iría mal a sus compañeros?


Sólo intentamos abordar estas cuestiones desde una mirada diferente. Tratando de desentrañar, por ejemplo, los motivos que los llevan a titular con letras de moldes este resultado catamarqueño como si fuese el principio del fin de la actual gestión. Algunos se adentran en la irrespetuosidad, lisa y llanamente. Y ni qué decir de la subjetividad y parcialidad desboscada que exhiben a la hora de calificar las conductas políticas de los máximos dirigentes del proyecto gobernante. Habría que recordarles que son dirigentes de la democracia, votados a veces holgadamente, otras no tanto. Pero en democracia. Cabe preguntar a estos periodistas antioficialistas, que si afirman que es el principio del fin de una fuerza que obtiene el 34 % de los votos, ¿qué será entonces de las filas de la Coalición de Carrió que apenas rozó el 3 % ?
Uno de ellos, el analista político del diario La Nación y del noticiero televisivo del grupo Clarín, Joaquín Morales Solá ¿habrá tenido las mismas palabras destempladas e irrespetuosas, que hoy tiene con el gobierno democrático, frente al genocida Antonio Domingo Bussi, cuando brindaban por el éxito del “operativo independencia” que asesinó, desapareció, torturó y encarceló a centenares de ciudadanos tucumanos durante la dictadura?


Nadie desea exhumar el pasado de nadie por delicia personal. Pero si no hacemos memoria, algunos, como Elisa Carrió, seguirán graciosamente dictando cátedras de moral republicana después de haber sido funcionarios de la dictadura.


Además de estos escribas “intachables”, a quienes algunos políticos nativos le rinden pleitesía en cada entrevista como si estuviesen ante deidades de la democracia, algunos opositores aprovecharon la volada y empezaron a hablar con tonada catamarqueña. Pero, el oportunismo no es noticia. Un eufórico Gerardo Morales decía que a partir de este resultado, el gobierno debe “cambiar el rumbo” ¿Qué quiso decir? Que con el respetable 0, 90 % del electorado nacional, Catamarca define el destino de todos los argentinos. Semejante desenfreno sólo es explicable en alguien que también parece olvidar su pasado, como Ministro de Fernando de la Rúa.


Si fueran un poco más serios y más tolerantes, el país democrático se los agradecería.

2 comentarios:

Luis Quijote dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Luis Quijote dijo...

Probablemente sea una actitud pelotuda, pero lo entiendo "al pingüino", recordando una experiencia propia.
"Debemos abstenemos de juzgar a alguien antes de haber recorrido al menos un kilómetro con sus zapatos".

Estábamos en el colectivo y un desubicado increpa al chofer y discute.
El que tenía el volante le contesta (con razón).
- "Usted no preguntó si pasaba por allí, sino que pidió su boleto por el importe".

Yo estaba parado en mitad del pasillo y, viendo que la cosa no daba para más digo, sin verlo y en voz alta: ¡Dale, bajate y dejate de joder!.
Y escucho algo para lo que no estaba preparado:

- ¡¡Bajame vos, negro de mierda!!

Me calenté.
Le encargué a una Señora sentada que me tuviera el portafolio y el saco, y me arrimé a la puerta.

¡¡¡Carajo!!!... No era una persona normal... ¡Era un ropero de tres puertas con ojos!

¿Podía "arrugar"?
¿Que le iba a decir?...
"Ah, no, sos más grandote que yo."
No.
Le dije: Bajate y la seguimos abajo.
Respondió:

- ¡¡Bajame vos, negro de mierda!! (soy blanco teta).
Me metí un trompis en el cuello y se fue para atrás; pero antes de caer por la puerta, me agarró de la ropa y me arrastró en su caída.

Ya abajo, le tiré una piña y él... ¡me llenó la cara de dedos"!.
Me subí al cole para rescatar mis pertenencias, pensando bajarme en la primera parada por la vergüenza de la paliza.

La señora fue la primera:
- Gracias, señor, ¿no le dió miedo?
Sonreí, como única respuesta.
Uno que estaba de pié me dijo:
- Usted es un quijote que nos representó a todos.
Respondí "Gracias, sí, estoy loco".
- No -terció otro- hizo lo que nosotros no nos atrevemos. Gracias.
Y, luego, siguieron estimulándome varios más, (aunque me dolían hasta las pestañas) hasta mi destino final.

Por si esto lo lee alguno de los compañeros de viaje, dejo los datos:
Línea 98; Supisiche y Mitre de Sarandí -Avellaneda- hace ya un tiempo.
Ese es Luis Quijote.
Un abrazo a todos y, en especial, a los pasajeros de ese día.

Soy la mierda oficialista

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