lunes, 1 de noviembre de 2010

Argentina desde el Caribe


Argentina desde mi ventana

Publicado por Carola de Isla Margarita, Venezuela, en su blog "Como te iba contando"

La muerte suele empujarnos a escribir lugares comunes a modo de consuelo o de explicación. Porque buscamos entender la injusticia de una muerte a destiempo, porque pretendemos, para nuestra propia tranquilidad, que la muerte cumpla con ciertas pautas: que no se mueran los buenos, los nuestros, los jóvenes -y prolongamos la juventud hasta rayar los 80-, los luchadores, los creadores, los imprescindibles… Y llega la muerte y me siento a escribir.

En estos días, refiriéndose a Néstor Kirchner alguien escribió: “Tuvo que cerrar los ojos para que muchos los abrieran.” Y yo leí esa frase mientras mis párpados asombrados no podían abrirse más de tan abiertos.

Seguía los acontecimientos a distancia, desde mi isla caribeña. A pesar de eso pude sentir la angustia, el miedo, tal vez, de mis amigos argentinos frente a una muerte desconcertante, el qué pasará ahora, la rabia que provocan los locos necrófílicos de siempre, los mismos de aquí pero allá, felices chapoteando en las aguas revueltas, pretendiendo salpicarnos de su mierda…

¡Ah! pero tuvo que cerrar los ojos… En medio de la crecida el pueblo argentino se crece como lo saben hacer los pueblos. Es que ese pueblo, para dolor de cabeza de sus enemigos, no es la masa ignorante condicionada a mover la cola a cambio de un choripán. Esa historia que quisieron que nos tragáramos, para invalidarnos, se la tragaron ellos solitos en su soberbia.
Nosotros tal vez nos tragamos el cuento del pueblo dormido y dormimos, quizá apaleados, quizá cansados de mantener la esperanza que siempre nos roban, es cierto, pero siempre vuelve, basta ver una partícula de luz para despertar y aferrarse a las ideas.

Cuando Néstor vivía no supe ver en él un rayo cegador de esperanza, -torpe Carola-, no supe ver que bastaba un chispazo de luz para despertar al pueblo. Unos pasos firmes por el camino correcto, a pesar de otros un tanto tambaleantes, un histórico “no nos van a patotear”, unos buenos golpes al poder establecido, ese que niega, que roba, que aplasta al pueblo que, con su trabajo, sustenta los frívolos privilegios de sus explotadores.

Yo, desde aquí arriba, desde mi ventana en el Mar Caribe, pasé de la tristeza al gozo porque vi al pueblo argentino ponerse de pie y cerrar filas junto a su presidenta, vi a los presidentes Sudamericanos juntos, nos vi, a los venezolanos, sintiendo un dolor argentino como si fuera propio, sentí que la Patria Grande ya deja de ser un sueño y entendí, muy lugarcomumente, que Néstor no vivió ni murió en vano.

1 comentario:

Unknown dijo...

un abrazo en silencio compañera !

Adal

Soy la mierda oficialista

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